Creo firmemente en el poder que tiene la palabra desde que la pensamos, por eso no ceso de sorprenderme de la cantidad de cosas que la gente dice y asevera, sin pensar, y después se preguntan por qué las cosas no mejoran. Un porcentaje altísimo de lo que se escucha es negativo; en algunos casos, parece una adicción a ver quien puede decir algo que le gane a lo dicho anteriormente. En éstas ocasiones, prefiero permanecer callada; si no puedo edificar, el silencio es el mejor aporte. Por eso aprecio tanto una buena conversa.
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