Mi mamá con su mirada, una sonrisa; con su sola presencia, me daba el apoyo y soporte que cualquier hijo puede pedir, pero que no necesita hacerlo porque sabe que está allí. Recuerdo lo reconfortante que era, simplemente, compartir con ella el espacio y sentirme y saberme protegida y apoyada. Hoy siento la necesidad de esa protección y apoyo que, yo sé que sigue estando, es sólo que no puedo levantarme a abrazarla, a darle un beso, a prepararle un cafecito. Ahorita me siento como desconsolada.
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